La reciente DANA que azotó la Comunidad Valenciana y parte de Castilla-La Mancha ha dejado huella no solo en el paisaje, sino también en la memoria colectiva de quienes han vivido sus consecuencias más devastadoras. Tal y como señala Ignacio Rodríguez De la Riva, uno de los socio de De la Riva y Pastor Abogados, para Economía Digital Valencia, es crucial reflexionar sobre las enseñanzas que nos deja este desastre y tomar medidas que aseguren una mejor preparación para el futuro. El transcurso del tiempo y la erosión de la memoria colectiva no deben hacer que olvidemos lo sucedido y lo que aún queda por hacer.

Una visita a los pueblos afectados por la DANA: una experiencia directa

De la Riva ha podido conocer de primera mano cómo se encontraban pueblos como Paiporta, Picanya, Catarroja, Massanassa, Sedaví, Beniparrell, Benetusser y Albal, entre otras, después del paso de la DANA por ellos. En estos lugares, pudo constatar la magnitud de la tragedia, pero también la grandeza del pueblo valenciano, que ha mostrado una solidaridad inquebrantable. Sin embargo, también se hizo evidente que los ciudadanos, aunque decididos a reconstruir, se enfrentaron a serias dificultades administrativas que dificultaron, y siguen haciéndolo, la recuperación.

La realidad de la tragedia está presente en cada rincón, y las imágenes de casas destrozadas, familias desplazadas y comercios cerrados son un recordatorio constante de la gravedad de la situación. A pesar del esfuerzo colectivo, las limitaciones burocráticas y la falta de coordinación entre administraciones dificultaron las soluciones inmediatas. Los afectados se vieron atrapados en un mar de trámites y normativas que retrasan aún a día de hoy la puesta en marcha de soluciones necesarias.

La importancia de una gestión técnica en emergencias

Una de las lecciones más importantes que se destacan en el artículo es la necesidad de que la gestión de emergencias esté en manos de personal técnico cualificado y con experiencia. La administración pública no debe estar dominada por cargos políticos cuya principal cualificación sea la afinidad partidista. El artículo hace un llamado a la importancia de crear equipos de trabajo independientes, formados por expertos que puedan tomar decisiones rápidas y efectivas sin verse afectados por la política. El nombramiento de Gan Pampols, aunque acertado, llegó tarde y no pudo evitar las deficiencias en la gestión de la emergencia, puesto que una crisis de tal magnitud requiere de refuerzos inmediatos y de un personal capacitado para actuar con rapidez.

La intervención de los Cuerpos Militares

Uno de los aspectos que más destacó fue la participación de los Cuerpos Militares, en particular la Unidad Militar de Emergencias (UME). De la Riva resalta la rapidez con la que estas unidades respondieron a la situación, a pesar de las dificultades iniciales y las complicaciones legales que ralentizaron su despliegue. La UME, junto con los soldados y otros cuerpos de seguridad, jugó un papel fundamental en la asistencia a los afectados, la evacuación de personas y la limpieza de las zonas inundadas. Sin embargo, también se mencionan los obstáculos procedimentales que se interpusieron en su camino, lo que muestra que, aunque su presencia fue decisiva, la estructura administrativa y legislativa actual no facilita una respuesta rápida ante emergencias de gran escala.

Reformas urgentes en la legislación de emergencias

Uno de los principales puntos tratados en el artículo es la necesidad urgente de reformar la normativa de emergencias. La ley actual es excesivamente burocrática y difícil de implementar, lo que impide una respuesta ágil y efectiva. Según De la Riva, los procedimientos deben ser simplificados para permitir una intervención inmediata del Estado cuando la situación lo exija. La propuesta es crear mecanismos ágiles que autoricen automáticamente el despliegue de la UME y permitan que las administraciones, desde el gobierno central, puedan asumir el mando sin perder tiempo en discusiones sobre las competencias entre las diferentes administraciones. Un sistema más eficiente y flexible sería capaz de movilizar recursos humanos, materiales y logísticos con mayor rapidez.

Solidaridad y coordinación en la respuesta

Uno de los aspectos más destacados de esta crisis fue la solidaridad de la ciudadanía. Los voluntarios, las ONG’s y las distintas entidades de la sociedad civil jugaron un papel crucial en la reconstrucción de los pueblos afectados. Sin embargo, como menciona De la Riva, la falta de coordinación entre estas iniciativas provocó ciertos solapamientos que dificultaron la eficiencia en la respuesta. Por ejemplo, la distribución de alimentos y la gestión de los refugios a veces causaron confusión, lo que retrasó la recuperación económica y social.

De la Riva señala que la existencia de puntos de distribución de alimentos y comedores abiertos, aunque necesarios en un primer momento, terminó por generar una dependencia de la población, lo que dificultó el regreso a la normalidad y la reactivación de la actividad comercial local. La desescalada debe estar perfectamente planificada para evitar que las ayudas de emergencia se conviertan en un obstáculo para la recuperación a largo plazo.

Recuperación económica y apoyo inmediato

Uno de los mayores retos que sigue enfrentando la Comunidad Valenciana es la recuperación económica. Muchas familias, autónomos y pequeñas empresas aún no saben si podrán reabrir o si recibirán las indemnizaciones necesarias para poder continuar con sus negocios. Las ayudas económicas deben ser rápidas, directas e inmediatas para evitar que los afectados tengan que recurrir a otras fuentes de apoyo, como la ayuda de familiares y amigos. La incertidumbre sobre los procesos de indemnización y la falta de claridad en los plazos está generando un ambiente de desesperación para muchos.

La actuación de la Generalitat Valenciana

La actuación de la Generalitat Valenciana también fue objeto de crítica. De la Riva explica que, a pesar de los esfuerzos, la Generalitat no logró liderar la emergencia de manera efectiva. Se cuestiona la falta de medios y recursos, pero sobre todo la ausencia de una normativa clara y de un liderazgo sereno y capaz de coordinar de manera eficiente las actuaciones. Uno de los puntos más mencionados fue la falta de alojamiento adecuado para las personas afectadas desde el primer momento. La Generalitat no facilitó plazas en hoteles de la zona para las familias afectadas, lo que obligó a muchos a pasar días en condiciones precarias. Además, la recuperación de infraestructuras esenciales, como el saneamiento y la electricidad, se vio retrasada por complicaciones administrativas innecesarias.

Inversión en infraestructuras y planificación a largo plazo

Por último, De la Riva subraya la necesidad de realizar inversiones a largo plazo en infraestructuras hídricas. La DANA ha evidenciado la vulnerabilidad de las infraestructuras actuales, especialmente en lo que respecta a la gestión del agua. Para evitar que fenómenos naturales de tal magnitud se conviertan en tragedias aún mayores, es imprescindible que los políticos se pongan de acuerdo en un plan hidrológico nacional que permita gestionar los recursos hídricos de manera eficiente. La falta de planificación y de infraestructuras adecuadas pone en riesgo el futuro de muchas regiones, y una actuación preventiva es la única manera de mitigar los efectos de futuras catástrofes.

La DANA debe ser recordada no solo por la magnitud de la tragedia, sino también como un ejemplo de lo que no debe ocurrir en el futuro. Como se menciona en el artículo, es esencial que no olvidemos las lecciones aprendidas. Los responsables políticos deben reflexionar y trabajar desde el consenso para implementar los cambios necesarios en la gestión de emergencias, las ayudas económicas y la planificación de infraestructuras. La ciudadanía exige respuestas rápidas y eficaces para garantizar que, cuando llegue el momento de afrontar otra catástrofe, estemos mejor preparados y no se repitan los mismos errores.

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