Nuestro socio director y cofundador, Félix Pastor Alfonso, publica una tribuna en Confilegal sobre las consecuencias de la quiebra de la unidad del Derecho. La más grave de las mismas no es otra que la pérdida de confianza por parte de la población en el Derecho.
Uno de los factores que está influyendo en el Derecho es la «hipermotorización» de las leyes, las cuales cambian a una velocidad nunca antes vista. Este es el resultado directo de la rapidez con la que se crean entornos nuevos, fruto de la realidad líquida actual con transiciones sociales y económicas cada vez más frecuentes.
A todo lo anterior hay que sumar la pérdida de calidad de las normas en su conjunto. Actualmente, vivimos en un escenario de «hipertrofia» del Derecho. Cada vez es más frecuente acudir a los tribunales en busca de una actuación decidida para que fijen las normas. No obstante, les estamos pidiendo algo más de lo que les es exigible en dicho campo, según asegura Pastor.
¿Qué ocurre cuando quiebra la unidad del Derecho?
El Derecho debe ser racional y coherente. Pero en los momentos que vivimos hay demasiados ejemplos en los que la unidad del Derecho quiebra. Uno de estos casos es que la Administración objete la prescripción de la acción por primera vez en vía judicial. En concreto, cuando no lo hizo en la previa vía administrativa para excluir la viabilidad de una reclamación presentada por un interesado.
La Sala Cuarta del Tribunal Supremo no puede alegar por primera vez en el proceso judicial la excepción de prescripción para rechazar una reclamación hecha por un interesado —si no ha alegado la prescripción con anterioridad en la vía administrativa—. Sin embargo, la Sala Tercera del Tribunal Supremo defiende actualmente la posición contraria.
El problema de lo expuesto es que los actores económicos, sociales y jurídicos constatan la ruptura de la unidad del Derecho. Tras esto está el pensamiento en la propia legitimidad del Derecho. El respeto al Derecho se lo gana el propio sistema jurídico si la sociedad percibe como razonables sus reglas. De lo contrario, se produce una pérdida de credibilidad progresiva.